DEAN SMITH Y AQUELLA ÉPOCA

Llevaba unos años ausente, porque una enfermedad le había robado la memoria, pero fue el sábado pasado cuando Dean Smith
nos dejó definitivamente. Un obituario recuerda hoy su extraordinaria
carrera, pero los dos breves episodios españoles de aquella trayectoria
merecen un recuerdo, sobre todo para colocarlos en un contexto frecuente
e injustamente olvidado.
Lo que hoy hace las veces de Historia del baloncesto español suele
empezar más o menos con la medalla de plata de 1984 en Los Ángeles, como
si ésta hubiese llegado por generación espontánea. Demasiado atajo. El
gran baloncesto español, el de nivel internacional, había empezado en
realidad dos decenios antes, y sus hitos inaugurales pueden ser la
primera Copa de Europa de un club español -el Real Madrid, en 1964- y la
primera medalla de plata europea de la selección, la de Barcelona en
1973 (salvando aquella casi anecdótica de preguerra, en 1935, pura
Prehistoria: 18-24 ante Letonia...).
En aquella época, con gran influencia de los jugadores americanos y de los nacionalizados Cliff Luyk y Wayne Brabender,
las visitas de grandes técnicos estadounidenses, con o sin sus equipos
-universitarios, se entiende: la FIBA y la NBA aún no habían unido sus
destinos- fueron de una enorme importancia en la formación de una nueva
generación de entrenadores, en la propagación de ideas entonces muy
novedosas como las defensas de ayudas o los ataques por conceptos (mal
llamados libres), y en la demostración de nuevos métodos de
entrenamiento de los fundamentos. Sobre esas bases se formaría la
primera gran generación de jugadores autóctonos, los nacidos en 1959 y
1960, más adelante triunfadores en Los Ángeles.
Esa afortunada serie de aportaciones se debió esencialmente a tres personas: el vicepresidente del Real Madrid y de la FIBA, Raimundo Saporta,
que logró mover hilos que entonces parecían inamovibles y conseguir que
grandes equipos de la NCAA acudiesen al torneo de Navidad de su club,
cuya primer edición se jugó en 1966, y dos entrenadores, Antonio Díaz-Miguel y Pedro Ferrándiz. Éstos fueron los organizadores de aquellos cursillos veraniegos tan decisivos, atrayendo a colegas de gran renombre.
Entre 1968 y 1971, tres 'clinics' seguidos por cientos de jóvenes
entrenadores cambiaron los conceptos técnicos en España: los que dieron Lou Carnesecca (St. John's), John Wooden (UCLA) y un joven Bobby Knight, aún en la Academia Militar de West Point.
Pero si la teoría fue importante, los partidos de lo más granado del
baloncesto universitario aportaron las clases prácticas, quizá más
valiosas aún. Las dos tremendas finales de North Carolina, dirigido por
Smith, contra el Madrid en los torneos navideños de 1971 y 1974, fueron
los dos broches de oro de aquel momento fundacional de nuestro
baloncesto moderno. Pero no hay que olvidar que al viejo Pabellón
llegaron también en aquella época los equipos de Arizona State, Virginia
y Tennessee, de primer nivel en la NCAA.
Hay que añadir a ello un amistoso veraniego: 1973, Real Madrid-Indiana, ya con Knight. A prueba en el Madrid, Walter Szczerbiak...
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